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Diario Covid19

Querido diario:

Regreso a ti, casi dos décadas después…ordenando los cajones de un confinamiento que parece infinito. La empatía crónica que padezco desde 1977, cuando llegué al mundo, me hace sentir dolor.  Ese, que solo alivia el paracetamol convertido en tinta Parker que sale de mi pluma.

Hoy se cumplen quince días de una situación insólita, que nos empuja a un vado permanente. España se ha convertido en un aplauso de balcón una hora menos en canarias.

Las aves habitan libres sobre hilos de cobre, mientras trato de hilvanar algunas letras en tu página número cuarenta y seis, donde se esconden entre algunas erratas palabras como tendencias, pico, curva…Todo va a salir bien. Miles de folios de infantes adornan las ventanas de vecinos, que hace unos días no se conocían. Y hoy comparten lo inimaginable. Arcoíris de esperanza y superhéroes vestidos de otro color, que no se encontraban precisamente viviendo en las páginas de un cómic, ni en película de Marvel.

Ellos y ellas nos acunan para que podamos abrir la puerta de la vida, mientras un virus trata de robarnos a quemarropa la vida y la primavera.

Pero llegará abril, mayo, junio… me lo han dicho los pájaros este mediodía, cuando me trajeron el pan antes de emprender su vuelo, a través de la ventana, que aún me conecta con la vida y los pasos de cebra desolados.

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